Nunca descifré los mensajes ocultos,
las parábolas de lo incierto,
lo no-escrito
ni mí suerte.
Desaprendí del pasado,
me coloqué en una esquina
descubrí que mi vida no miraba de frente
sino que iba a mi lado.
Me di cuenta de todo,
del puerto exacto
donde
ancló desde siempre mi barco.
Pretendí soltar las amarras,
me quedé
con las manos
ensangrentadas.
El barco navegó libremente
por el mar infinito;
mi sueño le seguía
pero nunca logré,
ni por un mínimo instante,
ni por todas las blasfemias
del mundo,
el Universo y de lo cierto...
desprender
las amarras
aferradas
a mi alma y a mi cuerpo.
DG.
1 comentario:
Muy lindo Gaviota...
pasando por aquí..
Saludos
Publicar un comentario