Hoy no estoy poética... estoy reflexiva y escribo.

Muchas veces me pregunté ¿por qué no tengo esto? ¿Por qué no tengo aquello? Y no me daba cuenta de lo que tenía ante mí en ese justo momento. Fue una actitud tonta e inmadura, ya que de pronto un día volteé y todo lo que me había dado la vida ya no lo tenía conmigo y entonces lo eché de menos.

Por suerte tenemos que al reflexionar sobre nosotros y la vida, los seres humanos podemos aprender de las experiencias y en base a esto, decidí que a partir de ahora aprovecharé cada momento que viva, sea malo o bueno, lo viviré al máximo y entregaré alma y corazón, no importa si las cosas no salen como yo quiero; la vida no es infinita, cada segundo que pasa morimos un poquito, y uno nunca sabe cuál es el final del propio tiempo. No me gustaría un día descubrir que ya no tengo vida y no hice lo que sentía o quería con tanta pasión.

Hoy volteo hacia mi entorno, y puede que las cosas no sean como uno las quiere, pero hay cosas, hay personas, hay eventos que se están viviendo y hay que agradecerlos, no siempre tendré sus presencias conmigo, y no siempre podré estar con ustedes (me refiero a todos y todas), pero haré que mi presencia en sus vidas valga la pena. Haré en pocas palabras que mi vida valga la pena y pueda transformar las demás, aunque sea levemente, pero que sea para bien.

Tengo tantas cosas, y no quiero un día decir, tuve todo y lo perdí, porque el tiempo nos va quitando las cosas y no está en nuestras facultades poder recuperarlas.

Hay cosas que se van y no vuelven, aunque parezca triste, todo tiene su tiempo marcado en esta vida: un trabajo, estudios, una relación, una alegría, una tristeza, una mascota, el tener un hijo... y el tiempo dentro de su propia magia hace que eso pase y lleguen otros momentos que valen la pena vivirlos sin reprochar al pasado, sin temer al futuro y viendo siempre alrededor, no atrás ni enfrente, sino alrededor.

DG.