Me equivoqué
como se equivocan
las olas del mar
cuando ahogan
a alguien de alma blanca.
Como se equivocan
las aves que van con su parvada,
se extravían y mueren
desahuciadas.
Como se equivocó Dumas
al desangrar a Raúl
por un amor ficticio
en el ardor de la guerra.
Como se equivocan
las estrellas,
los hados,
los signos del zodiaco,
el oráculo.
Me equivoqué así
sin retorno
y sin tregua.
Como todos los hombres,
como todas las mujeres,
tuve que hacerlo
para resolver
este otro crucigrama
de la existencia.
DG.
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